Un hombre
sabio
paseaba con su discípulo por
una
zona desértica
y de
repente en medio de la nada encontraron una pequeña choza
muy humilde habitada por una familia conformada por el padre, la madre
y cinco hijos.
El sabio
le preguntó al padre: “por
este lugar
no
hay nada, ¿cómo hacen para subsistir?”.
El hombre
respondió: “Tenemos una vaca que nos da leche cada día. Vendemos una
parte y el resto la intercambiamos
por otras cosas”.
El sabio
satisfecho con la respuesta se despidió. Luego de un tramo le
dice a su
discípulo: “Vuelve
a la choza y sin
que te vean, mata
a la vaca”.
El discípulo
espantado le dijo: “Maestro, ¿cómo voy a hacer eso? Es lo
único que tienen para sobrevivir. No puedo matarla”.
El sabio
con mucha calma le ordenó: “Vuelve sin que te vean y mata a la vaca”.
El
discípulo triste obedeció.
Luego
de un
tiempo, con sentimiento de culpa el discípulo vuelve a aquel
lugar para pedir perdón a la familia. Cuando llegó, vio que en el lugar donde
estaba antes la choza había una casa muy bonita con jardín e incluso un gran
automóvil en la puerta. Se dio cuenta que los niños que jugaban en el jardín
eran los mismos niños que había visto hace un tiempo atrás. Entró a la casa y
vio al padre y a la madre, muy felices. Se acercó a ellos y les dijo: “Hace un
tiempo vine y no tenían nada. ¿Qué pasó para que ahora sean tan prósperos?”
El padre
respondió: “Joven, antes teníamos una vaca con la que nos
conformábamos, pero un
día la vaca se murió y tuvimos que aprender a desarrollar otras habilidades que nos hicieron
crecer y mejorar nuestro estilo de vida”.
Reflexión:
a veces sin darnos cuenta nos acostumbramos a nuestra zona de confort, pensemos
en donde estamos y hacia donde vamos , qué pasaría si asumimos nuevos
riesgos que desarrollen nuestra habilidades y nos hagan crecer como personas y
profesionales.? No te estanques!
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