jueves, 1 de diciembre de 2016

El sabio y el rey

Un rey soñó que había perdido todos los dientes, consultó a un sabio para que interpretase su sueño y le dijo:
-¡Qué desgracia Mi Señor!. Cada diente caído representa la pérdida de un pariente de vuestra Majestad.
-¡Qué insolencia!, gritó el
rey enfurecido. ¿Cómo te atreves a decirme semejante cosa? ¡Fuera de aquí!
Llamó a su guardia y ordenó que le dieran cien latigazos. Más  tarde ordenó que le trajesen a otro sabio y le contó lo que había soñado. Éste, después de escucharlo, le dijo:
-¡Oh Señor! Gran felicidad os ha sido reservada. El sueño significa que sobrevivirás a todos vuestros parientes.
Se iluminó el semblante del rey con una gran sonrisa y ordenó que le dieran cien monedas de oro. Cuando éste salía del Palacio, uno de los cortesanos le dijo admirado:
-¡No es posible! La interpretación que habéis hecho de los  sueños es la misma que el primer sabio. No entiendo por qué al primero le pagó con cien latigazos y a ti con cien monedas de oro.
-Recuerda bien amigo mío, respondió el segundo
sabio, todo depende de la forma en que nos comunicamos. De allí depende muchas veces la felicidad o la desgracia, la paz o la guerra.
La verdad debe ser dicha en cualquier situación, más la forma con que la comunicamos puede cambiar el ánimo y la disposición de quién la escucha.

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